Orgullosas de aparecer en ¡HOLA! con la última moda en novias

Tres novias virales que presumen de hombros con sus vestidos hechos a medida

Se sumaron a la romántica tendencia que triunfará en los próximos meses

Son muchas las tendencias nupciales sobre las que se hablan en un taller de costura cuando una novia acude a diseñar su vestido de ensueño, desde el delicado y romántico drapeado a los famosos trajes convertibles que lucir a lo largo de la celebración, o las kilométricas colas que protagonizan las fotografías. Y esta temporada, entre todas las que triunfan de camino al altar y que han ocupado nuestras líneas, hemos dado con una que promete seguir creciendo en los próximos meses: los escotes que permiten presumir de hombros. Esta vez hablamos de tres de nuestras novias virales que han coincidido en este sensual detalle. Te contamos sus historias.

Una mini capa asimétrica para Claudia

© Deborah Torres

«Aunque parezca mentira, porque en el día a día soy bastante indecisa, en la primera visita con Luis Miranda Atelier casi casi dimos con lo que sería el vestido final«, nos confiesa Claudia. Se casó con Víctor el pasado 6 de julio en La Orotava, Tenerife, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y lo celebraron en los Jardines de Franchy, una casa antigua del siglo XVIII, tras más de cinco años de noviazgo. Una relación que comenzó en la distancia, entre Madrid y Nápoles, «apenas cumplido nuestro primer año, nos fuimos a vivir juntos a Londres, donde nos pilló la pandemia. Tras pasar más de tres meses de cuarentena juntos en el extranjero, tuvimos claro que lo nuestro tenía mucho futuro«.

© Deborah Torres

© Deborah Torres

En cuanto a la confección, uno de los momentos más decisivos y memorables que viven las novias, la inspiración es principal para sentar las bases de lo que deseas lucir, pero en su caso no tenía una idea bien definida. «Mi Pinterest era lo más ecléctico que he visto nunca. No seguía ningún patrón ni estilo en particular«, recuerda. Y al dejarse en manos de este diseñador asentado en Madrid, consiguieron dar con la clave: ¡un vestido desmontable! Más romántico para la ceremonia y más sexy para la celebración.

Pasión por los cortes asimétricos

Lo único que sí tenía claro era que quería líneas limpias y jugar con diferentes texturas de telas, además del ‘efecto sorpresa’ de entrar velada a la ceremonia. El diseño era una base con palabra de honor de bambula de seda plisada con acabado satinado. Destacaba una abertura en la parte trasera hasta las rodillas, y botones que lo recorrían hasta abajo. «Para la iglesia, creamos un sobrevestido asimétrico de gasa de muselina con mangas acampanadas, le daban un toque moderno, ¡me encantaban!».

© Deborah Torres

La majestuosa cola

Por detrás se extendía una imponente cola de tres metros y medio. «Fue idea de Luis, insistió en que debía llevarla, ¡y no podría estar más contenta con esa decisión!», cuenta. Pero días antes de la boda le surgieron dudas con esta pieza, «empecé a preocuparme por la cola para la cena, me parecía incómoda para moverme. A solo dos semanas y media de la boda, Luis me propuso algo genial: en lugar de quitarla, me hizo una torera para la cena. Con la misma tela del look principal creamos una capa asimétrica que terminaba en un nudo con una minicola a ras del vestido. Debo confesar que es mi pieza favorita de todo el conjunto».

© Deborah Torres

© Deborah Torres

Para la elección de los complementos estaba muy perdida, «fue algo que dejé un poco de lado». Sin embargo, gracias a sus mejores amigos del Colegio Mayor, consiguió dar con los pendientes perfectos. «Una tarde fui con mi amiga Marta al showroom de M de Paulet en Madrid y, en cuanto los vi, supe que serían de ahí. Combinamos dos modelos que tenían y me encantaron. Eran unos pendientes con una roseta de base, adornada con brillos, de donde salían dos tiras asimétricas que terminaban en una perla cada una. ¡Era justo lo que buscaba! Por si no se nota, ¡me encantan los cortes asimétricos!«, confiesa riéndose, un detalle que no solo reservó para el vestido blanco. Lo completó con una sortija sencilla con un diamante de su madre y un pañuelo de tela con la inicial bordada de su abuelo, «un pequeño homenaje hacia él».

© Deborah Torres

© Deborah Torres

El ‘choker’ casi exprés

Claudia deseaba un cambio de accesorios para la fiesta, su pensamiento inicial era modificar los pendientes, pero al tener un significado tan especial no les quiso quitar el protagonismo. En el proceso de la búsqueda, no encontraba nada que le convenciera… «A solo una semana de la boda, le pregunté a Luis si me podía hacer un choker y, aunque al principio pensó que bromeaba, me dijo que sí. ¡Es el mejor!«. Y con los zapatos, le ocurrió algo similar, «los dejé para lo último, apenas un mes antes. No suelo llevar tacones y no sabía si quería unos más especiales o no. Opté por unas sandalias blancas de Mint and Rose, muy sencillas, pero que cumplían perfectamente con lo que buscaba».

La sobrecamisa con lazadas para Elvira

Es el turno de Elvira, gran amante de la moda y wedding planner nos asegura: «Si pudiera, me casaría con Gonzalo 80 veces para hacerme 80 vestidos de novia«, y el look final que lució el 15 de junio de 2024 de camino a la parroquia Santiago Apóstol de Málaga y posteriormente en El Jardín Botánico de La Concepción, está firmado por el atelier De la Cruz. Inspirado en lo que había visto sobre la pasarela y en las redes sociales, lograron desarrollar un boceto atemporal, sencillo y clásico con pinceladas sofisticadas, «con el paso del tiempo quería sentir que podría volvérmelo a poner», explica.

© Lucía Jiménez

Esta pareja se conoció en la oficina una mañana de 2017, y aunque todo inició como una amistad, este verano se dieron el ‘sí, quiero’. «Compartíamos mucho tiempo como compañeros de proyectos y en los constantes planes junto al resto. Nuestra relación de amistad era muy bonita y sincera, la confianza que me transmitía y la manera de hacerme reír, es lo que más me gusta de él. Sin darnos cuenta, fue tornando hacia  algo más, y en 2019 todo cambió. Terminaban las jornadas de trabajo y buscábamos cualquier excusa para pasar más tiempo juntos, ese fue el inicio de nuestra historia de amor y hasta hoy».

© Lucía Jiménez

© Lucía Jiménez

A la hora de sumergirse en la creación del traje, cuenta que el punto clásico lo lograron incorporando tejidos lisos, aunque el primer paso fue determinar el plisado para el fajín, así marcaría bien la cintura. Elvira quería una falda sofisticada con movimiento, pero sin demasiado volumen, «escogimos satén de seda para elaborarla». Y cuanto al cuerpo… «Es la parte que más me costó decidir, siempre me he sentido favorecida con los escotes asimétricos y así lo hicimos, con crepé de seda.

Lazadas nupciales

Casi concluido el estilismo de la mano de las modistas, María e Iria, nuestra novia decidió que quería algún tipo de chaqueta o blusa para cubrir el hombro, «me han encantado las blusas vaporosas, añadimos la sobrecamisa con lazadas en los puños que se ajustaban sobre las mangas, ¡seguro le sacaré partido en  algún evento especial en un futuro!», explica sobre la importancia de apostar por piezas que nos acompañen el resto de nuestra vida.

© Lucía Jiménez

Cuando le preguntamos sobre si llevó un segundo look, nos responde: «me identifico mucho con los diseños midi, tenía claro desde el inicio que quería verme así en la fiesta. El vestido base de crepe quedaba por encima de los tobillos, y la camisa y la falda exterior eran desmontables, fui adaptándolos a lo largo del día».

Más allá de las tendencias punteras de la temporada, ella quería mantener su esencia, adaptar a su estilo para no arrepentirse en un futuro y optar por siluetas que le favorezcan, a pesar de dedicarse al sector nupcial. «No hay nada como ser nosotras mismas en un día único y tan importante». Nos explica que es esencial poder sentirse fiel a sí misma y no iguales al resto, pero que hay detalles como las joyas y zapatos en las que sí arriesgaría un poco más.

© Lucía Jiménez

© Lucía Jiménez

«Miré muchas marcas que conozco de joyería nupcial pero sentía que tenía todo muy visto. Ahora son muy potentes las perlas, pero no quería llevarlas, decidí acudir a una joyería conocida en Málaga y probarme. Mi idea era un pendiente tipo botón pegado a la oreja; en Godino tenían diferentes modelos del estilo y existía la opción de personalizarlos. En una sola mañana tuve claro el diseño y estoy deseando volver a ponérmelos en próximos eventos, ¡y para toda la vida!».

Un ramo desestructurado

En cuanto al ramo de novia, nos adelanta que ya había visto mucha inspiración, «amo las flores, ¡por lo que podría elegir mil opciones! Buscaba algo fresco y delicado, a la vez que desestructurado. Confié plenamente en Susana Sánchez y no tuvimos que hacer ni siquiera una prueba previa. Lo que sí le pedí es que tuviera alium porque a Gonzalo le gustan mucho y mis flores favoritas, las peonías«.

© Lucía Jiménez

© Lucía Jiménez

Su trayectoria con la rosácea antes de la boda

«Desde que Gonzalo le pidió matrimonio, nos reconoce que la piel fue de las primeras cosas que empezó a trabajar con la ayuda de Laura Caparrós y posteriores tratamientos en clínica Dermacenter. «Sufro rosácea y nos ocupamos de hacer una rutina adaptada, tratar marcas y brotes para conseguir una piel limpia y luminosa para la boda. Me hice dos tipos de láser e Hydrafacial, lo tolero muy bien y me parece una maravilla». Una vez concluido esta fase previa, fue el turno de maquillaje, «no suelo maquillarme en mi día a día, o llevo base muy ligera, máscara de pestañas y antiojeras, así que quería verme natural. Conté con Yolanda González a la que sigo desde hace años, ¡hace magia con  sus manos! Decidimos uno con un toque peach en pómulos y ojos, y labios rosados».

Con el peinado dudó más, siempre lleva el pelo suelto, pero prefería recogerlo. «Los moños de bailarina me gustan mucho, pero no me siento favorecida y finalmente optamos por una coleta con ondas que me hizo Alexia. Lo completó con un sencillo lazo que le hizo su madre, un detalle lady y versátil que le representa muy bien», explica.

Así creó Esther su vestido soñado desde Chile

En el caso de Esther, para la creación de su vestido de novia que diseñó con Navascués se dejó llevar por la estética del lugar donde se casó con Marc, el 27 de julio de 2024, ¡en Palma de Mallorca! «Buscaba un look sencillo, pero con detalles, con escote Bardot y sin manga larga, ¡también sabía que iría velada!», describe sobre cuáles fueron los puntos que tuvo en mente cuando se reunió en el taller de la conocida firma nupcial.

© Bibiana Fierro

A nuestra tercera protagonista le apetecía muchísimo vivir el momento de creación en primera línea, siempre tuvo claro que quería hacérselo a medida, y al trabajar en el sector de la moda no le faltaron ideas para tratar de imaginarse vestida de blanco. «Desde el principio planteamos una pieza con mucho movimiento usando tejidos como la gasa o la bambula. Algo fresco y vaporoso, muy del rollo ibicenco, hasta que Guille, (el diseñador), me planteó mezclarlo con lino, ¡me encantó, no podía adaptarse más a Mallorca!», recuerda emocionada.

© Bibiana Fierro

© Bibiana Fierro

El lino como protagonista principal

Se decantaron por un lino en color natural bañado en bambula blanca, iba abierta dejando ver la base mientras caminaba. Además, también destacaría por los detalles deshilachados y entremezclados, dándole un toque rústico y menos serio. Como mencionábamos, confió en el famoso escote Bardot, pero probaron muchas opciones hasta dar con la banda de bambula drapeada que cubría ligeramente un hombro, «jugamos con las transparencias y dejamos la otra manga al descubierto«.

Nos continúa explicando que desde el taller le plantearon agregar unos bordados, pero no estaba convencida, «no terminaban de reflejar mi estilo», pero al vivir en Chile tenía las pruebas muy separadas y tuvo bastante tiempo para meditar en los detalles, buscar inspiración y hasta dibujar varias opciones en papel y bolígrafo tratando de llegar a dar con su vestido soñado.

© Bibiana Fierro

Fue en la penúltima prueba, junto a su madrina, con quien comparte su pasión moda, cuando lograron visualizar diseño final. «Para el escote elegimos una tira de bambula plisada y desflecada alrededor, terminando en la manga de lino y dando forma a una escarapela, como si fuera un rosetón de tela en forma de caracola. Era la primera vez que hacían algo así, me comentaron en Navascués. En la base del vestido, para completarlo aún más, añadimos las mismas tiras verticalmente sobre la base. Y para la falda desmontable, hicimos un fajín ancho y desigual«.

Un velo rústico inesperado

¿Qué pasó con la cola de lino desmontable que tenían en previsiones? «No terminaba de verme, me sentía demasiado ‘princesa de castillo’, así que decidí que la bambula que bañaba la falda hiciese a su vez de cola. No pesaba nada y fui comodísima. En cuanto al velo, llevaría uno clásico de tul, necesitaba algo más desenfadado y a los pocos días recibieron un velo de seda rústica muy delicado, ¡me enamoró!«, reconoce.

© Bibiana Fierro

© Bibiana Fierro

Para Esther decidir peinado y maquillaje fue muy fácil, se dejó en manos de Xisca Bauzá, recomendación de una amiga. «Quería llevar el pelo recogido, lo tengo muy largo, iba a ser un día caluroso y además suelo llevar trenza o coleta en mi día a día. Apostamos por una coleta desenfadada con ondas para un look de novia menos clásico. Sobre el maquillaje opté por su resultado natural porque no me suelo maquillar, pero sí quería resaltar los ojos y los pómulos». 

Otra de las elecciones estrella fue el ramo de novia, un regalo de su hermana, ¡y siguió las tendencia! Fue de una sola flor con tallo largo, se encargó Joana, de la floristería Tinons. «Ella me propuso unas gerberas preciosas de temporada en color melocotón, justo el tono que me apetecía. Lo acompañé con una cinta de flores estampadas de Bardott Studio, regalo de amigas con las que siempre he veraneado, y una medallita de la Virgen de la Montaña, patrona de mi ciudad, Cáceres».